Cómo hacer que nuestros propósitos de año nuevo se conviertan en proyectos exitosos



La mayoría de nosotros comienza cada año con un conjunto de propósitos, cosas o estados que queremos alcanzar para sentiros mucho más satisfechos de lo que estamos, bien sea en el plano personal o profesional. Hace unos día leí una infografía, que les dejo al final del artículo, en donde se hace referencia a un estudio realizado por la Universidad de Scranton sobre “cuánto tiempo aguantamos las personas antes de abandonar nuestros propósitos de año nuevo” evidenciando que solo el 8% es capaz de lograr sus objetivos.
 
Un propósito es simplemente una idea y para concretarla esta se debe convertir en un proyecto, en lo personal pienso que las herramientas de la gerencia estratégica y de proyectos nos pueden ser útiles para pertenecer al exclusivo club del 8% ¿Qué hacer?
 
En primer lugar, y en mi opinión lo más importante, es que formulemos una visión de nosotros mismos al final del año que recién comienza. Respondamos a la pregunta ¿cómo me veo en el futuro? para brindarnos un norte hacia el que transitar durante el año y validar cómo cada uno de nuestros propósitos, bajar de peso, aprender algo nuevo, cambiar de trabajo, comprar un auto, etc., nos acerca a este.
 
En segundo lugar conozcamos cuáles son nuestras fortalezas y debilidades, para aprovechar las primeras y trabajar en las segundas, en pos del logro de nuestros objetivos.
 
Luego, entendamos el entorno al que nos enfrentamos. Lamento decirles esto, pero, el logro de lo que nos proponemos no solo depende del esfuerzo que le pongamos, existen muchísimas variables externas que pueden afectar, positiva o negativamente, la probabilidad de alcanzar el resultado esperado o al resultado mismo.
En cuarto lugar elijamos esos propósitos que nos llevarán a ese nuevo ideal personal y convirtámoslos en objetivos. Escribirlos es una buena estrategia para tenerlos más claros, podemos utilizar la metodología SMART, especificando qué es lo que realmente queremos alcanzar, cómo iremos midiendo el avance y el logro final de nuestro propósito, qué tan alcanzable es, cómo aporta a nuestra visión y relacionándolo con un momento en el tiempo para materializarse.
No es lo mismo decir quiero bajar de peso a escribir quiero bajar 10 kilogramos de peso en 5 meses, perdiendo 2 kilogramos mensuales, esto me ayudará a ser más saludable y a tener una mejor imagen física y puedo lograrlo porque cuento con los recursos para alimentarme más sanamente y asistir a un plan de entrenamiento, por ejemplo.
En quinto lugar, hagamos un plan para alcanzar cada uno de los propósitos u objetivos que nos hemos planteado, determinemos cuáles son los pasos necesarios para lograrlos, qué necesitamos, cuánto nos costará, qué tiempo nos llevará y qué cosas podrían pasar en el camino que interfieran en nuestro plan.
En sexto lugar, como dicen en mi país Venezuela, a echarle b#$%& ganas. Al tener un plan, y haber invertido tiempo en los pasos previos, no nos queda más que ejecutar e ir midiendo nuestro progreso. En este sentido es importante que la medición sea lo suficientemente espaciada en el tiempo para que podamos observar los avances y no nos desanimemos en el camino. En caso de que no nos estemos desplazando hacia el objetivo, revisemos y cambiemos el plan, pero, no abandonemos el propósito.
Otra clave importante es que si tenemos propósitos muy ambiciosos, tratemos de dividirlos en pequeños objetivos que sean más alcanzable, eso que los teóricos llamamos victorias tempranas y por supuesto celebremos cada una de ellas para mantenernos en el camino.
Al finalizar cada año tenemos la costumbre de pedir, desear y proponernos cosas, muchas veces solo se quedan en el discurso o pensamos que nos caerán del cielo. La realidad es que para alcanzar lo que queremos tenemos que trabajar en ello y hacerlo con la metodología de proyectos, aunque no nos garantiza 100% el éxito, nos acerca a este.
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